De acuerdo con datos del Inegi, el 46 por ciento de los panteones públicos en México están llenos al 90 por ciento o más, situación que desde hace años se venía venir, pero que se agudizó por la pandemia de COVID-19, lo que ha llevado a que los gobiernos tomen algunas medidas y a los especialistas a proponer alternativas.
Por Erika Lilian Contreras, Angeles Barrios y Alejandra Padilla
Ciudad de México, 26 de octubre (Serendipia).- Casi la mitad de los panteones municipales de zonas metropolitanas de México tiene una ocupación igual o mayor a 90 por ciento de su capacidad, de acuerdo con los datos del Inegi. ¿Cuáles son las causas y consecuencias de esta saturación? ¿Qué alternativas deberían ser exploradas?
Si la cuota de mantenimiento de una fosa en el panteón municipal deja de ser pagada durante siete años, el Gobierno puede exhumar los restos y reutilizar el espacio. Esta es una medida que las autoridades de Oaxaca de Juárez, Oaxaca, pusieron en marcha en enero de 2020, ante la saturación de los cementerios municipales y en previsión de los fallecimientos esperados para ese año y el siguiente, provocados por la pandemia de COVID-19.
En promedio, la ocupación en los panteones de la zona metropolitana de este municipio es de 98.53 por ciento, de acuerdo con la base de datos “Recopilación de Información de los Cementerios Públicos en las Zonas Metropolitanas del País 2020” del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Oaxaca de Juárez no es una excepción. En México hay 197 municipios en zonas metropolitanas de 31 entidades de la República que tienen una ocupación mayor o igual a 90 por ciento. Esto es 47.86 por ciento de los municipios de zonas metropolitanas de México, según los datos reportados por el Inegi que incluyen la ocupación de tres espacios: fosas o tumbas, gavetas y nichos.
Durango es la única entidad que no aparece en esta lista, y cuyo municipio con la mayor ocupación en cementerios públicos (Durango, la capital del estado) es reportado en 88 por ciento de su capacidad.
Los panteones “son muy importantes porque son parte de un ritual que tenemos y que ayuda a los que se quedan vivos a terminar de cerrar sus ciclos”, dice Alicia Hinojosa Ayala, presidenta del centro tanatológico Fundación Elisabeth Kübler-Ross México.
En este sentido, los cementerios tienen una función muy importante dentro de la sociedad y las familias para procesar el duelo de una pérdida. “En todo este proceso de despedida de mi ser amado, necesito un lugar, necesito ver que quedó enterrado, necesito a mi gente junto a mí”, explica Teresita Tinajero, presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología.
La saturación de los panteones, en este caso los públicos, imposibilita el acceso a estos servicios y habla de una falta de respuesta para satisfacer esta necesidad social, de acuerdo con Celia Caracheo Miguel, quien es doctora en urbanismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y forma parte de la comisión para las nuevas normas de equipamiento urbano de Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano por parte de la UNAM. Pero también trae otras consecuencias relacionadas con la salud y costos elevados de los espacios disponibles.
En 2020, 15 entidades del país registraron un promedio de ocupación igual o mayor a 90 por ciento en los cementerios municipales de zonas metropolitanas, según los datos del Inegi. Mientras tanto, sólo una se mantuvo por debajo del 50 por ciento: Durango.
“Es un problema porque estamos hablando de espacios cuya vida útil ya fue sobrepasada y se convierten en espacios que pueden atentar contra la salud porque son incompatibles con todos los usos y requieren de mantenimiento”, dice Caracheo Miguel. Sin embargo, algunos municipios no tienen la capacidad técnica ni financiera de soportar nuevos cementerios, reconoce la experta en planeación urbana.
En este contexto, los gobiernos municipales han tenido que poner en marcha programas como el de Oaxaca de Juárez. A nivel personal también hay quien opta por otras opciones como la cremación o la “aquamacion” como contó Valeria en entrevista con Serendipia. Y en la iniciativa privada existen espacios como Bosque Eterno, en Puebla, que proponen alternativas a los entierros “tradicionales” para las personas que deseen contratarlas.
GOBIERNOS “RECUPERAN ESPACIOS”
En 2020, las 21 mil 900 fosas o tumbas de los cementerios públicos en la zona metropolitana de Oaxaca de Juárez estaban ocupadas y sólo había 355 nichos desocupados de los dos mil 355 disponibles.
La saturación se agrava por la pandemia, pero no es la única causa. Este es un problema que se ha intentado solucionar al menos desde 2016, cuando la administración local, entonces presidida por Javier Villacaña Jiménez, intentó adquirir un terreno en Villa de Etla (un municipio conurbado) para construir un nuevo cementerio. Esto no sucedió por falta de recursos, dice Luis Arturo Ávalos Díaz Covarrubias, regidor de Bienes, Panteones y Servicios Municipales y de Mercados y Comercio en Vía Pública en entrevista con Serendipia.
Además, las pocas tumbas disponibles que quedan son vendidas extraoficialmente a cuatro veces su valor, según dice Ávalos Díaz Covarrubias a este medio digital. Y aunque el municipio optó por promover la cremación en lugar de la sepultura, la comunidad se ha resistido al cambio.
Cuando la pandemia por COVID-19 agravó la saturación la administración municipal retomó la idea de un nuevo panteón. “La falta de recursos nos impidió adquirirlo”, dice el regidor de Oaxaca de Juárez en entrevista con Serendipia. Al final, el ayuntamiento optó por un programa de recuperación de fosas en el que incentivan a los familiares que tengan sus temporalidades vencidas acudan y ayuden a liberar espacios.
Oaxaca de Juárez no es el único municipio que tuvo más muertes de las esperadas en 2020 debido a la pandemia por COVID-19. A nivel nacional hubo un exceso de mortalidad de 48 por ciento, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Salud (SSa). A nivel local, 303 municipios de las zonas metropolitanas registraron más muertes de las que habían calculado, por lo que se podría esperar una mayor ocupación de sus servicios de panteones y cementerios.
Hubo exceso de mortalidad en 53 municipios de zonas metropolitanas de 18 estados con al menos un panteón a más del 99 por ciento de ocupación. Entre las entidades con panteones saturados en México destacan Puebla y Ciudad de México, pues ambas tienen panteones municipales de sus zonas metropolitanas a más del 99 por ciento de ocupación y registraron los porcentajes de excesos de mortalidad más altos del país: 78 por ciento y 72 por ciento respectivamente.
Pese a que todo el país registra más muertes de las esperadas, que hay panteones saturados en México y que dicha saturación se atribuye comúnmente al crecimiento poblacional, cada municipio tiene peculiaridades que deben tomarse en cuenta a la hora de pensar en cómo brindar el servicio de panteones cuando no hay espacio. “No en todos los municipios van a demandar un panteón en determinado momento, hay que reconocer los contextos”, dice Caracheo Miguel.
Caracheo Miguel propone una planeación inteligente, sostenible, integral y local para construir más cementerios que se realice tomando en cuenta el tamaño de la población, la tasa de mortalidad, las enfermedades de la población, las edades de los habitantes y demás variables de cada localidad. “Al entender estas tendencias puedes anticiparte y planear estos espacios de la mejor manera”, dice.
Como ejemplo de las tendencias poblacionales de cada municipio que tiene panteones saturados en México, Temamatla (Estado de México) tiene 14 mil 130 habitantes y registró un exceso de mortalidad de 389.67 por ciento, mientras que Culiacán (Culiacán) cuenta con un millón tres mil 530 habitantes y un porcentaje de exceso de mortalidad de 32.17 por ciento, y algo muy diferente ocurre con Ucú (Yucatán), donde habitan cuatro mil 49 personas y no hubo exceso de mortalidad.
En el lado opuesto, hay siete municipios de las zonas metropolitanas de seis estados con menos del 10 por ciento de sus tumbas ocupadas que también tienen tamaños de poblaciones distintas.
Todos los municipios de zonas metropolitanas con mayor espacio disponible en sus panteones tienen exceso de mortalidad, pero sus poblaciones no superan los 400 mil habitantes, la mayoría tiene entre tres mil y 163 mil pobladores.
El año pasado, los panteones de Oaxaca de Juárez tenían una ocupación promedio de 98.5 por ciento de capacidad, con todas sus tumbas ocupadas y sólo dos mil nichos libres, y registró un exceso de mortalidad del 60 por ciento. Tras descartar un nuevo panteón, la única forma de tener más espacio fue reutilizar las fosas ocupadas.
LA CREMACIÓN Y OTRAS ALTERNATIVAS
Otra parte esencial de un cementerio es que es el lugar donde se rinde homenaje al difunto, dice Teresita Tinajero. En su experiencia, el panteón es un espacio al que la gente acude cuando tiene ansiedad o problemas porque brinda una paz diferente. Teresita Tinajero y Alicia Hinojoso concuerdan en que es importante tener un lugar para los difuntos para poder visitarlos y rendirles homenaje.
Aunado a esto, los cementerios son fuente de todo tipo de conocimientos. “Los panteones son el reflejo de la sociedad de acuerdo con la época, la situación económica, las creencias, las modas y en general las costumbres y tradiciones tanto materiales como inmateriales de una comunidad, de un pueblo, de una ciudad y de un país”, dice la doctora en arquitectura Ethel Herrera, quien se dedica a estudiar panteones patrimoniales.
La falta de espacio en los panteones impacta en la distribución, construcción e inversión de los cementerios: se construyen gavetas superpuestas y panteones temporales; se acaban los terrenos a perpetuidad y la gente es dueña de tumbas por sólo unos años, lo que a su vez acaba con la construcción de monumentos y ornamentos funerarios; y se clausuran panteones para convertirlos en equipamientos de otras índoles.
Valeria, por ejemplo, perdió a su mamá por cáncer en septiembre de 2020. Al tener tiempo de planear los arreglos funerarios, Valeria pudo adquirir un nicho en una iglesia cercana a su casa que hace algunos años estaba en construcción. Su madre incluso pudo conocer el lugar y “le gustó porque tiene mucha luz”, dice en entrevista con Serendipia.
A su madre, la idea de ser cremada nunca le gustó por la temperatura a la que ocurriría el proceso. Sin embargo, Valeria y su hermana pudieron convencerla en vida de que era la mejor alternativa. “Como murió durante la pandemia, el tiempo de espera para la cremación era mucho y nos ofrecieron el servicio de “aquamación”, que es un proceso con químicos y sin calor. Así las dos tuvimos lo que queríamos: yo no la enterré y ella no estuvo en el fuego”, dice Valeria.
Valeria se rehusaba al entierro porque dice que los altos costos de mantenimiento y la ubicación de los panteones convierten a esta alternativa en algo poco práctico y aún más traumático cuando te enfrentas a una pérdida. Un año después, recuerda que poner las cenizas de su mamá en el nicho fue un momento en el que se sintió en paz, y compara el momento con el proceso de bajar los féretros de otros familiares a las fosas, cuando dice haberse sentido llena de angustia. En el caso de su madre, puede visitar el nicho cuando quiera porque la iglesia está cerca de su casa, y le gusta hacerlo porque sabe que está ubicado en un sitio que a su propia madre le gustó.
Para seguir brindando los servicios de un panteón público, cuando éste llega a su máxima capacidad el Gobierno tiende a tomar cuatro medidas: reutilizar las tumbas una y otra vez, ampliar el terreno, incentivar la cremación o construir más cementerios. Los encargados de los panteones municipales de Oaxaca de Juárez y Querétaro contestaron a Serendipia que estas son sus formas de enfrentarse a panteones saturados en México
Sin embargo, el suelo es limitado. “Tendremos que pensar en diseños más integrales que permitan que estos usos impacten lo menos posible en el entorno urbano, que tengan una mejor distribución y que incluyan esta concepción simbólica que tenemos con la muerte”, dice Caracheo Miguel. Hoy en día sí hay otras formas de utilizar terrenos para un tipo de espacio funerario que no se limita a albergar tumbas, nichos y gavetas. Pero no es la norma, sino la excepción.
En Bosque Eterno, un parque funerario ubicado en la localidad de Casa Blanca en Amozoc, Puebla, se realizan entierros ecológicos, se plantan árboles sobre cenizas de difuntos, se resguardan urnas y se esparcen cenizas dentro de un bosque. “Hoy ya no es viable asignar en el centro de la mancha urbana dos metros cuadrados para un lote, dejó de ser viable financieramente y dejó de abrazar a los que se quedaban”, dice Diego Gómez, fundador de Bosque Eterno.
“Seguramente hay muchas otras alternativas. Lo que sí es que tiene que haber un cambio que se ocupe de la parte emocional de los que nos quedamos”, opina Diego Gómez. “Nosotros creemos en que biológicamente estamos programados para vivir el duelo en la naturaleza y que es la manera más fácil”, agrega el fundador del bosque funerario.
Hay alternativas que no requieren de un terreno en absoluto. “Conozco a varias personas que llevaron a su ser querido al lugar favorito de la persona y ahí esparcieron las cenizas”, cuenta la tanatóloga Alicia Hinojoso. Estas personas que fallecieron aman tanto un lugar que pidieron ser parte de él y sus familias cumplieron con sus deseos.
Incluso hay quienes transforman las cenizas de sus seres amados en joyas, en vasijas o en composta para árboles directamente, comenta Ernesto Chávez, psicoterapeuta existencial y tanatólogo. “Ahí encontramos muchos matices y un caleidoscopio de posibilidades en el manejo del cuerpo, porque la persona o su familia decide qué hacer con su cuerpo al final”, dice Ernesto Chávez.
Las alternativas que comentan los tanatólogos entrevistados involucran la cremación, pero esa no parece ser una opción para toda la población. “Cuando los deudos llegan a la regiduría de Oaxaca de Juarez yo les planteo que sí tenemos espacios en los nichos funerarios, son más de dos mil nichos en la pared, pero la gente se resiste todavía a cremar”, dice Luis Arturo Ávalos Díaz Covarrubias, encargado de los servicios de cementerios de este municipio.
Este regidor ha notado que cuando las familias se dan cuenta de que no hay espacio para sepulturas aceptan la cremación, pero optan por llevarse las cenizas a su casa o a otro lado, y ya no quieren los nichos funerarios. “Todavía inclusive dentro de la administración municipal existen algunos tabúes, algunas resistencias para optar por este método. Es una cuestión de costumbre pero también religiosa”, comenta Luis Ávalos.
Además, la capacidad instalada del país en cuanto a crematorio es pequeña comparada con el servicio de inhumación. En todo México hay panteones públicos en las 74 zonas metropolitanas, pero únicamente 14 zonas metropolitanas cuentan con hornos para cremación o incineración en funcionamiento, de acuerdo con el Inegi.
“Creo que (la saturación) es modificable en la medida en la que se cambie el pensamiento y podamos estar más abiertos a vivir a nuestros muertos en una parte de nosotros en donde siempre van a estar”, opina la tanatóloga Marcela Ortega, creadora de Yolihua. “Esto ayudaría a dejar de necesitar un lugar específico en donde ir a verlos ya que podríamos verlos siempre y cada que quisiéramos como un alma inmortal que permanece en nuestro corazón por siempre”, añade Ortega.